Desesperación y sueños: De la muerte a la vida

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Desesperación y sueños: De la muerte a la vida

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Publicado de P. José Mizzotti, SMM en Italia · 15 Abril 2020
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BERGAMO, Italia - El padre José MIZZOTTI, después su experiencia de ser positivo al covid-19, comparte algunas reflexiones maduradas en este tiempo de crisis... Lo hace con sencillez, en la convicción de que la vida a veces encierra más contradicciones y debilidad que las palabras.
  
Estoy en la oscuridad y pienso en ti, coronavirus
  
Decía una linda canción italiana de los años ’80: “Sono al buio e penso a te (estoy en la oscuridad y pienso en ti) / Chiudo gli occhi e penso a te (cierro los ojos y pienso en ti) / Io non dormo e penso a te (yo no duermo y pienso en ti) ...”. No tenía nada que ver con el coronavirus, pero en las largas noches que he pasado despierto, antes en el hospital y después en cuarentena en la comunidad de los Monfortianos de Bergamo (Italia), me revolcaba en la cama obsesionado: “sono al buio y penso a te, coronavirus…”.
 
No era lo que más me molestaba físicamente, la rodilla recién operada para una prótesis dolía mucho más, por lo menos por momentos: y sin embargo la cabeza estaba allí, con el coronavirus…
 
Finalmente, sólo había tenido unas líneas de fiebre por dos días, casi en seguida después de la intervención a la rodilla: ni tos, ni resfrío, ni dificultad de respiración, ni ningún otro síntoma… Pero el responso del primer tampón había sido inexorable: positivo, asintomático…
 
Y allí volví a experimentar algo que ya había experimentado en otras oportunidades: el sentirme profundamente en comunión con las limitaciones, debilidades e imposibilidades de mis hermanos los pobres de Lima… Ya lo había experimentado en estos últimos años, cuando las ayudas económicas desde Italia o desde Europa se redujeron drásticamente. Acostumbrado a poderlo hacer todo y en seguida, fuerte de los apoyos económicos que llegaban con regularidad y con abundancia desde grupos amigos y organizaciones solidarias de Italia y de Europa, poco a poco, como mis hermanos los pobres de mi parroquia de Lima, he tenido que aprender que no siempre es posible hacerlo todo y en seguida… Más bien, hay que ir despacio, hay que ir poco a poco, hay que aprender a no dar el paso más largo que la pierna… En fin, desde ser rico al servicio de los pobres he descubierto lo que significa ser pobre con los pobres… Exactamente lo que sentí cuando la doctora, hasta casi con alegría, me comunicó que en el examen del tampón había resultado positivo, pero asintomático… Como que el asintomático pudiera quitar la gravedad del positivo… Vacío, miedo, desesperación, sin seguridades, sin futuro… lo que iba aflorando inicialmente dentro de mí…
 
Y allí se me iban apareciendo rostros, rostros concretos, de mis hermanos los pobres de Lima… E iba recordando lo que muchas veces me habían confiado: sus vacíos, sus miedos, sus desesperaciones, su sentirse sin seguridades y sin futuro… Y de vez en cuando me iba apareciendo un rostro confuso, de alguien en una cruz, y su grito claro, demasiado claro y desgarrador: “Dios mío, Dios mío, porqué me has abandonado?”… Y el silencio ensordecedor y aterrador que seguía a este grito… Pero un silencio lleno de una presencia amiga, solidaria, clavada en la cruz junto a aquel extraño… el Padre clavado con el Hijo y con todos los hijos de siempre… Hasta yo me sentía acompañado como hijo en aquella cruz… Y entonces, no desaparecieron vacío, miedo, desesperación, sin seguridades, sin futuro… Seguían… pero ya no estaba solo… estaba clavado en aquella cruz con el Padre, con el Hijo, con todos los hijos… Solidaridad redentora y salvadora… Y cuando no estás solo, el miedo puede hasta transformarse en sueños y el vacío puede hasta transformarse en esperanza de un mundo nuevo… La muerte puede hasta transformarse en vida… vida nueva, más humana, más solidaria, más fraterna…
  
El miedo hasta puede transformarse en sueños
 
Un bichito, un bichito pequeñito invisible para el ojo humano, un virus pequeñito de nada… ha logrado parar este mundo lanzado en su carrera loca de autodestrucción sin que nadie encontrara la tecla “Parada de emergencia”… ¡Qué ironía! Y nos obliga a no movernos y a no hacer nada.
 
¿Qué va a pasar después? ¿Cuándo el mundo reanudará su marcha? ¿Después, cuando el bichito malo haya sido vencido? ¿Cómo será nuestra vida después?
 
¿Después? Recordando lo que hemos vivido en este confinamiento largo, decidiremos dejar de trabajar un día a la semana porque habremos descubierto como es bueno pararse. Un día largo para saborear el tiempo que pasa y los que nos rodean. Y lo llamaremos Domingo.
 
¿Después? Los que viviremos bajo el mismo techo, pasaremos por lo menos 3 tardes-noches por semanas a jugar, a hablar, a cuidarnos unos a otros y también a llamar por teléfono a los abuelos que están al otro lado de la ciudad o a los primos que están lejos. Y lo llamaremos la Familia.
 
¿Después? Escribiremos en la Constitución que no podemos comprar todo, que tenemos que hacer la diferencia entre necesidad y capricho, entre deseo y codicia. Que un árbol necesita de tiempo para crecer y que el tiempo que toma el tiempo es una buena cosa. Que el hombre nunca ha sido y nunca será todopoderoso y que este límite, esta fragilidad inscrita en el fondo de su ser es una bendición porque es la condición de posibilidad de todo amor. Y lo llamaremos la Sabiduría.
 
¿Después? Aplaudiremos cada día, no solo el personal médico a las 12h sino también los basureros a las 6h, los carteros a las 7h, los panaderos a las 8h, los conductores de bus a las 9h, los elegidos a las 10h y así sucesivamente. Si, he escrito los elegidos, porque en esta larga travesía del desierto, habremos redescubierto el sentido de servicio del Estado, de la dedicación y del Bien Común. Aplaudiremos todas y todos los que, de una manera u otra, están al servicio de su prójimo. Y lo llamaremos la Gratitud.
 
¿Después? Decidiremos no ponernos nerviosos en las filas de espera delante de las tiendas y aprovechar este tiempo para hablar a las personas que, como nosotros, esperan su turno. Porque habremos redescubierto que el tiempo no nos pertenece. Que Él que nos lo dio no nos ha hecho pagar y que decididamente, no, el tiempo no es dinero. El tiempo es un don para recibir y cada minuto un regalo para saborear. Y lo llamaremos la Paciencia.
 
¿Después? Podremos decidir transformar todos los grupos Whatsapp creados entre vecinos durante esta larga prueba, en grupos reales, de comidas compartidas, de noticias intercambiadas, de ayuda mutua para ir de compras o llevar a los niños al colegio. Y lo llamaremos la Fraternidad.
 
¿Después? Reiremos pensando a antes, cuando habíamos caído en la esclavitud de una maquina financiera que nosotros mismos habíamos creado, esta fuerza despótica aplastando vidas humanas y saqueando el planeta. Después, volveremos a poner el hombre al centro de todo porque ninguna vida merece ser sacrificada en nombre de un sistema, cualquiera que sea. Y lo llamaremos la Justicia.
 
¿Después? Nos recordaremos que este virus se ha transmitido entre nosotros sin hacer distinción de color de piel, de cultura, de nivel económico o de religión. Simplemente pertenecemos todos a la especie humana. Simplemente porque somos humanos. De eso habremos aprendido que, si podemos transmitirnos lo peor, podemos también transmitirnos lo mejor. Simplemente porque somos humanos. Y lo llamaremos la Humanidad.
  
¿Después? En nuestras casas, en nuestras familias, habrá numerosas sillas vacías y lloraremos l@s que no verán este después. Pero lo que habremos vivido, habrá sido tan doloroso e intenso a la vez que habremos descubierto este lazo entre nosotros, esta comunión más fuerte que la distancia geográfica. Y sabremos que este lazo que se toma juego del espacio, se toma juego también del tiempo. Que este lazo pasa la muerte. Y este lazo entre nosotros que une este lado y el otro de la calle, este lado y el otro de la muerte, este lado y el otro de la vida, lo llamaremos DIOS.
 
¿Después? Después será diferente del antes, pero para vivir este después, tenemos que atravesar el presente. Tenemos que consentir a esta otra muerte que se toma juego de nosotros, esta muerte más agotadora que la muerte física. Porque no hay resurrección sin pasión, ni vida sin pasar por la muerte, ni verdadera paz sin haber vencido su propio odio, ni alegría sin haber pasado por la tristeza. Y para decir eso, para decir esta lenta transformación de nosotros que se cumple en el corazón de la prueba, esta gestación de nosotros mismos, para decir eso, no existe palabra.
 
 
P. José Mizzotti, SMM










10
reseñas
Rafael
18 Abr 2020
Un abrazo desde Lima, de toda mi familia y de los hermanos de la parroquia "La Visitación de Nuestra Señora", recibimos con enorme alegría esta noticia, celebrando el tiempo de la pascua y siempre con la certeza de la fidelidad de Dios. Gracias padre José por esta publicación que nos anima mucho!!!
Rosario
18 Abr 2020
Gracias por la reflexión tan profunda sobre su experiencia con el coronavirus. Aquí en Lima hemos estado orando por usted y por todos los sacerdotes de Italia y el mundo entero. Es muy cierto lo que dice.. miedo, temor, dolor, si se comparte con nuestro Dios transforma el alma. Cuidese padre José..
Susana
18 Abr 2020
Nuestro cariño para usted Padre José Misoti. Se le extraña en Perú, saludos cordiales y con mucho cariño de la Comunidad Cristiana Virgen Fátima de Morón (Chico). "A Jesús por María". Unidos en oración, familia montfortiana.
Atte. Susana.
Pilar Méndez
19 Abr 2020
Pronta recuperación p. José, y que Dios misericordioso ilumine y bendiga su apostolado.
Hugo Torres
19 Abr 2020
Saludos P. Jose Mizzotti
Edita
19 Abr 2020
Pax et Bonum... Gratias.
Generalmente mientras acompañamos la "vía dolorosa" de los otros, dejamos de lado nuestros "propios dolores".
Sin embargo en momentos específicos de nuestra vida el dolor toma nuestro nombre y asume nuestra vida.
Ello me recuerda los inicios del "Buen Padre de Montfort" las dificultades y el aprendizaje duro en su vida, dando frutos dulces de misericordia, trabajo y amor Mariano.
Soy testigo presencia de cómo los sacerdotes de la "Compañía de María" dejan el corazón y la piel en pro de seguir un llamado especifico: "el servicio hacia los pobres".
Un Sacerdocio heroico donde muchas veces sembrar en nuestros corazones (más duros que la piedra) requiere de paciencia, humildad, respeto mutuo y amor.
Cuando la enfermedad y el dolor nos desarma y nos asume por completo, descubrimos esa "encarnada Pasión de Cristo" de manera completamente nueva: la hallamos en nuestra carne y la visión de todo se transforma, el dolor y la enfermedad nos desnuda y el Amor, reasume nuestra óptica de vida, reinterpreta nuestras experiencias y nos ayuda a seguir pues redescubrimos el Amor en Cristo y la Virgen María avanzando paso a paso por la vida.
Felicidades Padre José, y gracias por perseverar en su "Sacerdocio en Cristo a lo Montfort.
Zhenia Chacaltana
19 Abr 2020
Estimado P.José
Un abrazo fraternos de parte mía y de Walter. Una hermosa reflexión que me llenó de emociones. La vulnerabilidad que sentimos cuando todo lo planificado cambia de un día para otro. Agradezco su apoyo a las familias más necesitadas de nuestra parroquia....a su trabajo incansable..la energía que da en cada actividad propuesta...gracias por su apoyo, enseñanza y servicio.
Quisiera también alcanzarle mi saludo al P.Ivo espero que se encuentre bien al igual que el P.Pancho.
Un abrazo y muchas bendiciones para usted...cuídese mucho!!! Saludos!!! Zhenia
Humberto Catacora
19 Abr 2020
Estimado Padre Giussepe
Le saluda desde Lima, Doris y Humberto, con mucho cariño y deseando su pronta recuperacion , leimos sus reflexiones que nos hacen poner nuevamente los pies en la tierra y ser mas solidarios con nuestro projimo. Un fuerte abrazo desde la distancia y que Dios lo bendiga.
Yrma Jara
20 Abr 2020
Buenos días padre José desde el lindo Perú le envío un fuerte abrazo y pedirle a nuestro señor misericordioso que lo proteja con buena salud ya que UD a Sido un servidor de Cristo siempre al alcance del prójimo
Siempre lo tenemos presente con un bello recuerdo en nuestra parroquia me despido con un caluroso cariño deseándole su pronta mejoría y agradecer sus sabias palabras y consejos que nos compartió
Un abrazo de Yrma Jara
HEIDY
31 Jul 2020
Que alegría saber de usted padre José soy Heidy de Trinidad Beni Bolivia
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