Inicio del ministerio sacerdotal - SMM- Spanish

Misioneros Montfortianos

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Inicio del ministerio sacerdotal

Nuestro Fundador

La primera designación de Louis María como sacerdote fue en la Comunidad de Saint-Clément en Nantes. Como muestran sus cartas de este período, allí se sintió frustrado por la falta de oportunidades para predicar como se sentía llamado a hacerlo. Entonces toma en consideración varias opciones, incluida la de convertirse en ermitaño, pero crece en él la convicción de que ha sido llamado a "predicar misiones a los pobres" y comienza a pensar, ya en esta primera fase, en fundar "una pequeña Compañía de sacerdotes” que trabaje bajo el estandarte de la Santísima Virgen.Después de unos meses, fue persuadido por Mme. de Montespan (la antigua amante arrepentida del rey Luis XIV), a quien había conocido por primera vez en París, para ir a Poitiers para convertirse en capellán de los huéspedes de lo que se conocía como "Hospital General", una especie de refugio donde los más pobres venían encerrados para mantenerlos fuera de las calles. Luis María aceptó, aunque un poco de mala gana, ya que no creía que su llamada era a "encerrarse en un hospicio". Luis María comenzó a servir a esta pobre gente con todo el entusiasmo que normalmente les reservaba. En el curso de sus esfuerzos de reforma, parece haber caído en desacuerdo con las autoridades del asilo de pobres, y alrededor de la Pascua de 1703 se fue a París.

El año sucesivo fue particularmente doloroso para él. Al principio se unió al equipo de capellanes de la Salpétrière que fue el primer "Hospital General" establecido por San Vicente de Paúl. Pero después de unas semanas le pidieron que se fuera (no sabemos por qué). Este fue el comienzo de una época en la que casi todos sus viejos amigos y conocidos lo rechazaron. Al igual que con muchos otros santos, parece que su extraordinaria santidad desafió a los menos inclinados a seguir el evangelio al pie de la letra, acusándolo de orgullo y autoengaño. Pasó casi un año viviendo en un alojamiento pobre de la rue du Pot de Fer (Calle Olla de Hierro), sin amigos y sin realizar ningún ministerio específico. Sin embargo, esto le dio la oportunidad de desarrollar sus reflexiones sobre Jesucristo como manifestación de la Sabiduría de Dios, y probablemente fue en este momento cuando escribió su obra "El amor de la Sabiduría eterna".

Sin embargo, los pobres del Hospital General de Poitiers no lo rechazaron y le escribieron para pedirle que regresara con ellos. Con el acuerdo del obispo, regresó a Poitiers para convertirse en director del Hospital General, y una vez más inició sus reformas. En esto lo ayudó una joven,
María-Louisa Trichet, que se sentía llamada a ser religiosa y a dedicarse al servicio de los pobres. Luis María la convenció de que fuera a trabajar con él en el Hospital General, donde más tarde se unió a ella otra joven, Catherine Brunet. Las dos, después de muchos años de espera, se convertirían en los primeros miembros de la congregación de las Hijas de la Sabiduría.

Louis María con sus reformas siguió despertando oposición y, después de varios meses, fue persuadido por el obispo y María Louisa Trichet para que abandonara el hospital por segunda vez. Así comenzó a predicar misiones populares en Poitiers y sus alrededores, y probablemente sintió que finalmente estaba haciendo lo que Dios le
había llamado a hacer. Una de las primeras misiones fue la del muy pobre suburbio de Montbernage, donde puso en práctica muchas de las que serán las características de sus misiones posteriores: la llamada "renovación de los votos del bautismo", las procesiones y las animadas liturgias que atrajeron aquellas personas que en el pasado a menudo fueran olvidadas. Pero su éxito pareció despertar los celos de algunos que hicieron llegar sus críticas a los oídos del obispo, y al comienzo de la Cuaresma de 1706 se le prohibió predicar misiones en la diócesis de Poitiers.

¿Qué hacer ahora? Luis María estaba cada vez más convencido de que Dios lo había llamado a predicar misiones, pero el obispo de la diócesis se lo prohibió. Luego pensó en las misiones en el exterior, pero sintió que necesitaba una opinión más elevada. Así que partió para hacer una peregrinación a Roma, para preguntarle al Santo Padre, el Papa Clemente XI, qué debía hacer. El Papa reconoció su verdadera vocación y, diciéndole que había mucho espacio para su ejercicio en Francia, lo envió de regreso con el título de Misionero Apostólico. A su regreso a Francia, Luis María se dirigió al Mont-Saint-Michel para hacer un retiro antes de buscar otros lugares en Bretaña para ejercitar su celo misionero.
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